Introducción
La Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) es una terapia basada en una línea de trabajo que parte de las terapias cognitivo-conductuales, y se enmarca en la denominada tercera ola o terapias de tercera generación. Se desarrolla a partir de la década de los 80, con los trabajos del psicólogo estadounidense Steven C. Hayes en conjunto a sus colegas Stroshal y Wilson, y se basa en la postura filosófica del contextualismo funcional y en la teoría de los marcos referenciales (TMR).
De acuerdo a los mencionados autores: "La flexibilidad psicológica, la capacidad de estar en contacto con el momento presente y cambiar o persistir en comportamientos que sirvan a fines valorados, es el objetivo central de la Terapia de Aceptación y Compromiso" (Hayes, Strosahl, & Wilson, 1999, p. 5).
En este ensayo exploramos las consideraciones de ACT frente al sufrimiento humano como un aporte valioso en cuanto a un cambio de paradigma de la mirada hacia el dolor y sus implicaciones clínicas.
El sufrimiento humano
El sufrimiento es parte de la condición humana. No existe experiencia humana desprovista del mismo. Sin embargo, luchamos una y otra vez por no encontrarnos con el sufrimiento en nuestro camino. Una de las propuestas más interesantes de ACT es la visión que tiene del sufrimiento humano, y cómo lo incorpora en la práctica clínica. De acuerdo a ACT, la terapia no tiene como objetivo eliminar el sufrimiento, sino cambiar el modo en que la persona se relaciona con él.
En su conocido libro “Sal de tu mente, entra en tu vida”, Hayes (2005) nos propone la conocida metáfora de las arenas movedizas. Luchar contra tu dolor psicológico es como estar atrapado en arenas movedizas. Cuanto más luchas para salir, más te hundes. La manera de salir es dejar de luchar, extenderte y aceptar la situación tal como es.
Según ACT, una de las cosas que conduce al sufrimiento, es el lenguaje. Las altas capacidades cognitivas en conjunto con las potencialidades del lenguaje, son una trampa que muchas veces nos deja en una encrucijada de pensamientos rumiantes, preocupaciones, ideas negativas o relaciones arbitrarias establecidas a través de la estructura de este mismo lenguaje que habitamos. La literalidad de los pensamientos y la fusión cognitiva, nos deja más vulnerables ante el dolor, o incluso lo amplifica.
La evitación experiencial (otro concepto clave de ACT) implica todas aquellas medidas que tomamos en pos de evitar, huir o cambiar la forma, frecuencia o intensidad de las experiencias internas (emociones, pensamientos, sensaciones físicas), aún cuando esto haga daño a largo plazo. Y esa evitación está fundamentalmente sostenida en el lenguaje. "La evitación experiencial se ha asociado con una amplia gama de problemas psicológicos y de conducta, incluyendo la ansiedad, la depresión y la adicción, debido a que perpetúa el ciclo de evitación y sufrimiento" (Bond y Bunce, 2003, p. 679).
Discusión y conclusión
En una sociedad en la cual hay una tendencia permanente a evitar el dolor, se nos enseña muy tempranamente a relacionar el sufrimiento no solo con algo negativo, sino con algo a lo que activamente hay que hackear. Y nada más funcional al sistema que alguien que "compra su ticket" para salir del dolor, ya sea a través de salir de shopping, o de sentarse desde la comodidad de su sofá a realizar compras online de todo tipo de artilugio doméstico que posiblemente nunca utilice, o de algún elixir para sumar a una rutina de cuidado de la piel de cada vez más pasos. El sufrimiento tiene mala prensa, pero qué bien que viene para dejarnos vulnerables frente a las trampas de una cultura orientada a valores que probablemente ni siquiera compartimos.
Aceptar el sufrimiento. Algo que en principio parecería contraintuitivo, sobre todo cuando vivimos influenciados por una cultura que no tolera el malestar y que frente a situaciones dolorosas, cultiva el escapismo, la distracción o el anestesiarse. Flotar en las arenas movedizas de tu propio dolor no es regocijarse ni resignarse, es aprender a lidiar con él de una manera que ese dolor no se amplifique, se acepte y se integre como una experiencia más de la rica vida humana. "La aceptación no es resignación. En cambio, es una postura activa de abrirse a la experiencia del momento presente, tal como es, sin tratar de evitar o controlar las experiencias internas" (Hayes, 2005, p. 58).
¿Cuál es la implicancia clínica de esta mirada de ACT? Empezamos por un cambio en el enfoque terapéutico, que se aleja de la patologización del dolor y la eliminación de síntomas y se enfoca en cambiar la relación que tiene la persona con su dolor.
Pone sobre la mesa la evitación experiencial como manera disfuncional de lidiar con el dolor, siendo causante de más dolor a largo plazo. Propone por el contrario, la aceptación y la defusión cognitiva, separarse de los propios pensamientos, de esa literalidad del lenguaje que nos atrapa. Promueve la flexibilidad psicológica como capacidad de adaptarse a las diferentes circunstancias y como objetivo central en la terapia, para finalmente aportar a construir una vida significativa y valiosa, no aparte del sufrimiento humano, sino a pesar del mismo. Porque el sufrimiento es parte de nuestra rica experiencia de vivir, y porque tal como dice Pronsky (2019): rota se camina igual.
Referencias Bibliográficas
● Bond, F. W., & Bunce, D. (2003). The role of acceptance and job control in mental health, job satisfaction, and work performance. Journal of Applied Psychology, 88(6), 1057-1067.
● Hayes, S. C., Strosahl, K. D., & Wilson, K. G. (1999). Acceptance and Commitment Therapy: An experiential approach to behavior change. Guilford Press.
● Hayes, S. C., & Smith, S. (2005). Sal de tu mente, entra en tu vida: La nueva terapia de aceptación y compromiso. Editorial Paidós.
● Pronsky, L. (2019). Rota se camina igual. Ediciones B.