Fundamentos teóricos de la Terapia de Aceptación y Compromiso

A nivel mundial, desde hace décadas, se ha producido un fenómeno interesante que los autores Cabanas e Illouz (2019) llaman “la omnipresencia de la felicidad”, que se ha convertido en criterio importante a alcanzar en la vida de muchos humanos, pues sucede que, se ha arraigado a la cultura la idea de que el bienestar es igual a ser una persona normal, mientras que el sentirse mal es asociado directamente con un problema o una anormalidad, todo esto ha conducido a la búsqueda desesperada del estar bien, y a la evitación, control y negación extrema al sufrimiento, dejando de lado la función o propósito de vivir y experimentar eventos relacionados con el malestar o con cualquier otra emoción diferente a la alegría o la paz (Lúcar, 2010).


¿Cuál es la mayor paradoja del mundo moderno?, que la vida debería ser cada vez más fácil y no lo es, pero, más fácil ¿por qué?, porque se supone contamos con múltiples elementos tecnológicos al servicio de “una vida de mayor calidad”; sin embargo, se ha dejado de lado que con todo avance vienen consigo retos que desafortunadamente el humano no ha ajustado de forma efectiva a sus circunstancias, lo que conduce a una serie de eventos e interacciones conflictivas para nuestra especie, que lamentablemente, se alimentan al paso del tiempo cada vez más (Hayes, 2019).


La Psicología pendiente y atenta de cubrir las demandas sociales actuales intentó darle solución a dicho fenómeno de formas muy distintas dependiendo de las múltiples orientaciones teóricas desarrolladas y teorizadas, uno de esos abordajes se convirtió en lo que se conoce hoy como la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT), una terapia conductual, la cual postula que en realidad “la causa de nuestros problemas no era el miedo en sí mismo, ni tampoco las sensaciones y los pensamientos que le asociamos, sino que lo que nos perjudicaba era la relación que manteníamos con dichas experiencias” (Hayes, 2019, p. 73), por lo cual, trata de llevar a cabo una acción consciente y guiada a aquellos valores personales esenciales para la construcción del “¿qué persona quiero ser” (Harris, 2021), abriéndose así la oportunidad de abordar el sufrimiento humano desde una óptica totalmente diferente, en donde la evitación experiencial y la interacción con el dolor que conlleva la vida se convirtieran en un objetivos puntuales de estudio y de intervención clínica.


ACT comenzó con su labor prestando particular atención a un elemento relevante en el sufrimiento humano, el lenguaje, herramienta que ha otorgado una ventaja enorme al humano, ya que, permite la categorización, la evaluación y el análisis de situaciones (Hayes, 2019). Para Steve
Hayes, autor de dicha teoría, resultaba de suma importancia tener un respaldo experimental y científico en el cual apoyar su trabajo, por tal, tomó como base el realizado por Skinner y su estudio de la conducta verbal, en donde se consideraron tipos de operantes (tacto, mando, ecoica, intraverbal y autocrítica) que permitieron, en primera instancia, el estudio y análisis del lenguaje humano, considerándolo así como un comportamiento en el que existe la mediación de otras personas por medio del refuerzo, lo que más tarde, dio pie al estudio de la conducta gobernada por reglas y sus diferentes clases funcionales (pliance, tracking y augmenting) (Skinner, 1957); sin embargo, dichos estudios no pudieron cubrir múltiples preguntas, por ejemplo, la razón por la cuál tenemos un número infinito de aprendizajes abstractos, lo que llevó a otros autores a la experimentación e investigación de dichas interrogantes.


Lo que comenzó con intentar entender al lenguaje como un proceso de aprendizaje por asociación terminó evolucionando a explicarlo mediante un proceso de aprendizaje por relación o bidireccional, en donde encontramos respuestas al efecto que un pensamiento y los que se desprenden de este en las personas. “Marco relacional” fue el nombre que Hayes y Brownstein en 1980 colocaron a esos aprendizajes de diversos tipos de comparaciones abstractas que podemos hacer, utilizando la metáfora de que en un marco de un cuadro se puede incluir todo tipo de conceptos y objetos diferentes (Hayes, 2019).


El lenguaje nos ayuda a entender nuestro mundo, a nosotros mismos y a generar cambios en lo que nos rodea, por medio de los múltiples marcos relacionales que aprendemos; sin embargo, cuando hemos adquirido y dominado esas habilidades Blackledge (2018) menciona se trasladan rápidamente a la valorización de nuestra persona y nuestra vida, permitiendo así, puedan surgir múltiples situaciones que hasta hoy en día aquejan a mucha gente y causan gran parte de sus conflictos psicológicos, pues lo que puede ser una bendición también puede implicar una maldición, ya que, el lenguaje también nos ha otorgado la oportunidad de experimentar dolor, sufrimiento, tristeza, vergüenza, culpa, decepción, malestar, etc., todos esos sentimientos que culturalmente hemos intentado detener, controlar o evadir en algún momento, dado que al tener consciencia de nuestro yo podemos volvernos autocríticos y comenzar una lucha desenfrenada por pertenecer y ser importantes para otros; a causa de esto, dentro de la práctica clínica considerando la “Teoría de los Marcos Relacionales” (RFT), resulta importante reconocer que no podemos eliminar aquello desadaptativo que por alguna razón o función aprendimos, pero sí es posible aprender nuevas interacciones más armoniosas con esos pensamientos y con esos comportamientos (Hayes, 2019), todo esto a través de identificar aquellas situaciones importantes o de relevancia para nosotros, esos valores que pueden guíar nuestra vida y darle sentido, pues no hay verdadera vida sin la presencia de estos otros múltiples sentimientos, emociones o sensaciones que existen con una función diferentes a la felicidad o el bienestar; así como de la consciencia de patrones conductuales inefectivos incompatibles con esos valores.


Dentro de los elementos útiles y efectivos que se han originado gracias a RFT se encuentran la flexibilidad psicológica, objetivo que nos lleva a desarrollar esa habilidad de aperturarse a sentir y pensar voluntariamente hacia la experiencia presente dirigiéndonos a ese propósito anhelado (Hayes, 2019), con base en el uso de metáforas que puedan capturar en un paralelismo la situación que pasa la persona y así aumentar su capacidad de observación y de acción y la difusión, que nos lanza como principal mensaje que las palabras no capturar la realidad y que por ello podríamos tomar distancia de ellas (Blacklegde, 2018).

Sin duda alguna, la ACT resulta ser un abordaje que brinda una alternativa efectiva, funcional y viable, sobre todo en el ámbito clínico, a los problemas sociales actuales en relación a valorizaciones conflictivas respecto al malestar, el sufrimiento y a aquello que popularmente se ha instaurado como “emociones negativas, “sensaciones malas” o “sentimientos tóxicos”, dado que, desafortunadamente para tal vez muchos diversas experiencias, si no es que todas, llevan consigo elementos que podrían causar inconvenientes, deteniendo en mucha gente la vida misma.


Considero que dicha teoría es una propuesta sobre todo interesante, visto que su especial interés de basarse en aspectos científicos hace que posiblemente dentro del gremio psicológico sea un trabajo peculiar, pues es difícil observar un enfoque tan humanista naciente de trabajos de índole sobre todo conductuales y contextuales. Por otro lado, imagino que para muchos de nosotros RFT puede resultar abrumadora y un tanto confusa, porque resulta ser una teoría un tanto reciente; sin embargo, contemplo muy valiosos los resultados que puede brindar en alguien: vivir plenamente.

Fundamentos teóricos de la Terapia de Aceptación y Compromiso

Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT)

02 Aug 2024

Publicado el: 02 de August de 2024


Foto de Anónimo

Anónimo

Sin descripción


Deja un comentario